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25 de abril de 2010

EL PIOJERAZO

El viernes recién pasado estábamos Pablo, Fancho, Jose, Jorge, Felipe, Cristóbal y yo en pedazo de ventana a la hora de almuerzo, aburridos. Uno dijo: “¿por qué no vamos a almorzar a La Piojera?”. “Ya pos”. Nadie se negó, todos apañamos. Pese a lo cerca que queda de la U y mi depto, es la primera vez que iba a mítico lugar. Es que no hay que ir sólo: a La Piojera hay que ir en patota.


Micro y en 10 minutos estábamos allá. Llegamos, no estaba tan lleno aún. Habían varios viejitos con la cara colorada, y también estudiantes. Un mesero nos recibe y nos ofrece un terremoto a cada uno. Aceptado. Nos instalamos en una sala vacía. Los siete caballeros, en una mesa redonda, al centro de ella. Como es sabido, las paredes estaban llenas de firmas, incluso de compañeros de facultad. Hay algunos comentarios y dedicatorias que son notables... para todos los gustos.

Recibimos los terremotos, noble bebida de pipeño con helado de piña. Para acompañarla, como buenos chilenos, pedimos una empanada de pino para cada uno. Llegaron en un rato, recién sacadas de horno de barro, doraditas, con harto pino. Y ahí empieza la conversa y el bebestible. Comprenderán que al ratito ya estábamos más jugosos que de costumbre. La “conversación” ahí sostenida no se reproducirá en esta crónica… para qué, si eran puras cabezas de pescado.


Servido y terminado este nutritivo almuerzo de campeones, ahora se venía lo “mejor”: volver a la U a clases. Bastante Un poco mareados y con la cara dormida, nos fuimos a tomar la micro. Te encargo el medio show que hicimos en el trayecto. Todos afirmados riéndonos bien fuerte, mientras la gente nos miraba así (o.O). Como pudimos llegamos a clase y, siempre dignos, tomamos muy buenos apuntes. Algunos compañeros nos notaron “un poco distintos” por cómo llegamos. Después de clase, para pasar el bajón, con el Jose fuimos a comer unas empanadas de queso en el intento de Casino insalubre con un vale que me dio la Nacha.

Luego contamos la hazaña, y varios compañeros se quieren unir a nosotros la próxima vez que vayamos. Una experiencia genial, y que vamos a institucionalizar. Una vez al mes, en masa partir al territorio de los guachacas: La Piojera. Con un casual terremoto y empanada, el Piojerazo recién comienza. ¡Salú!